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Carta del Superior General en ocasión de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción

Administracion General

Publicado originalmente en OMIWORLD.ORG

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Carta del Superior General para el 8 de diciembre de 2024

L.J.C. et M.I.

Año Santo: Renovar nuestra oblación como peregrinos de esperanza

Queridos hermanos oblatos y miembros de la familia carismática

Feliz fiesta de la Inmaculada Concepción de María.

¡Alégrate, llena de gracia! son las palabras con que el mensajero de Dios saluda a María, palabras que en el griego lucano están preñadas de densidad poética y teológica: Χαίρε, κεχαριτωμένη. Estas palabras conmueven el corazón de María que discierne qué puede significar este saludo. En diálogo con el mensajero, María llega a comprender y aceptar la fascinante misión que se le confía con la sola certeza de la presencia activa del Espíritu Santo. El sí de María pronunciado en la humilde aldea de Nazaret se convierte en una luz que rompe la oscuridad tenebrosa de su mundo y del nuestro. Es un sí que desencadena una dinámica de oblación que la lleva a consagrarse con todo su ser a la persona y la obra del Salvador (C.10).

¡Alégrate llena de gracia! Escuchar estas palabras hoy nos conmociona. Pareciera una ironía saludar de esta manera al contemplar el deterioro que experimenta nuestra humanidad, en medio de tantos sufrimientos causados por las guerras, la degradación del planeta, las terribles injusticias de todo tipo que tanto hacen sufrir sobre todo a los más pobres. En esta noche tenebrosa necesitamos alguna luz al final del túnel, alguna esperanza que nos ayude a seguir caminando. 

¡Alégrate, llena de gracia! La noche del 24 de diciembre se abrirá oficialmente el Jubileo del Año Santo en el que celebraremos a Jesucristo, única esperanza que no defrauda. Como familia carismática estamos invitados a vivir en este tiempo de gracia como auténticos peregrinos de esperanza y constructores de comunión. Seguramente cada comunidad local y cada grupo particular ha pensado cómo vivir este tiempo de reconciliación y conversión. Quisiera invitar a todos a discernir personal y comunitariamente cómo responder con generosidad a las llamadas que el Espíritu Santo pueda dirigirnos en este Año Jubilar.

¡Alégrate, llena de gracia! Este sencillo mensaje nos invita a renovarnos en nuestra personal oblación misionera. Como María, necesitamos discernir cuidadosamente los signos de nuestro tiempo a la luz de la voluntad salvadora de Dios. María nos invita a responder generosamente como ella, con todo nuestro ser, para colaborar con la persona y la obra del Salvador. Es el momento de ser más generosos, de buscar la excelencia en nuestra oblación, de preguntarnos cómo podemos vivir con más verdad el Evangelio. Es el momento de, confiando en la gracia de Dios, renunciar a lo que nos impide ser libres, a todo aquello que ralentiza nuestra entrega, a nuestras adiciones, autorreferencialidad e individualismo. Para algunos tal vez será el momento de ofrecerse para una nueva misión. Vivamos la alegría de la conversión y de una renovada oblación.

¡Alégrate llena de gracia! El Año santo es un tiempo propicio para discernir nuestra misión con los pobres, verificar si estamos caminando con ellos, si somos Buena Noticia. Cada comunidad local, junto con los miembros de la familia carismática, podría discernir qué pasos emprender de manera concreta, valiente y generosa para ser mejores misioneros con los pobres. Abandonando nuestras zonas de confort deberíamos hacer realidad la misión de Jesús sanando corazones quebrantados, dando libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, etc… y anunciando la Buena noticia a los pobres (Lc 4,16-21 ). No olvidemos cuidar nuestra casa común para hacer que la creación entera participe también de este tiempo de gracia. No defraudemos la esperanza de los pobres.  

¡Alégrate llena de gracia! El Jubileo es tiempo de reconciliación. Peregrinos de esperanza sabemos que “la comunión sugiere relaciones que impregnen nuestra alma, creando caminos de sanación y de reconciliación en nuestras comunidades y en el mundo” (PEC 4). “Nuestras Unidades deberían dedicar tiempo a discutir los problemas difíciles a los que nos enfrentamos en nuestras propias comunidades y ofrecer un espacio para la sanación y la reconciliación” (PEC 8.4). Recordando que nuestras comunidades pueden y deben ser  “un lugar de diálogo y de sanación, de perdón y de reconciliación” (PEC 17.1) quisiera pedir generosidad para buscar aquellos medios que nos ayuden a vivir este mensaje. No dejemos perder esta oportunidad que Dios nos ofrece con su gracia.

¡Alégrate llena de gracia” debería resonar este saludo también en los que fuimos enviado a servir pero por nuestra actitud y pecado “a veces nuestra presencia no ha sido buena noticia”. Con humildad pidamos perdón y busquemos juntos caminos de reconciliación y sanación: esto debe “seguir siendo una prioridad para todos los Oblatos”. (PEC 12). Pido a todas las Unidades de la Congregación que actualicen las políticas que garanticen la protección y apoyo a los menores y adultos vulnerables y que se haga un esfuerzo intencionado para que todos los oblatos y colaboradores reciban la formación apropiada para ser agentes activos de protección, sanación y reconciliación. Misioneros de los pobres, no seamos negligentes y demos un paso de calidad durante este año Jubilar.  

¡Alégrate llena de gracia! El Jubileo es también tiempo de gracia para nuestra familia que camina con esperanza intentando garantizar la sostenibilidad de nuestra misión con los pobres. Debemos discernir los gestos concretos que vamos a realizar para incrementar nuestra solidaridad en la Congregación y con la familia carismática. Pongamos todos nuestros recursos, personales y comunitarios, al servicio de la misión  con los pobres y la comunión de toda nuestra familia. Son recursos humanos, profesionales y materiales, de experiencia y santidad de vida. Nadie es tan pobre que no tenga nada que ofrecer, ni es tan rico que no necesite de los otros.

Como María, marchemos alegres para cumplir humildemente la voluntad de Dios. Caminemos también nosotros de manera decidida y atenta a las llamadas del Espíritu para convertirnos en colaboradores de Jesús y ser Buena noticia para todos, Evangelio para los pobres. Que san Eugenio y nuestros Beatos Oblatos nos ayuden a vivir una profunda conversión personal y comunitaria y a ser generosos en este tiempo de gracia jubilar.

Buen camino a todos los peregrinos de esperanza en comunión.

Luis Ignacio ROIS ALONSO, OMI
Superior general.

Carta del Superior General

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