Homilía del Superior General: Clausura de la Orientación de Superiores Mayores
Administracion General
Publicado originalmente en OMIWORLD.ORG
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HOMILIA – MISA DE CLAUSURA, 30 DE NOVIEMBRE DE 2024
El 3 de diciembre recordaremos el aniversario de la canonización de nuestro Fundador. En aquella ocasión el papa san Juan Pablo II dijo “Eugenio de Mazenod fue un hombre del Adviento, un hombre de la venida. No solo dirigió su mirada hacia esa venida, sino que también dedicó toda su vida a prepararla. Eugenio de Mazenod fue uno de los apóstoles que prepararon los tiempos modernos, nuestros tiempos…..”. Hoy también el Señor nos llama a dedicar nuestra vida a preparar la venida del Señor y explorar nuevos caminos para encarnar nuestro carisma misionero.
Mirando nuestro mundo y nuestra Iglesia podemos pensar que tenemos desafíos similares a los de san Eugenio en su tiempo: situaciones bélicas y posbélicas, revoluciones que retan nuestros sistemas de valores, falta de esperanza, una Iglesia en búsqueda de respuestas y necesitada de reforma, etc. Llamados a vivir el servicio de autoridad como hombres de adviento al estilo de san Eugenio, ¿qué podemos aprender de él?
Dóciles al Espíritu, hombres de pasión
San Eugenio no era un hombre teórico que preparó un plan de reforma o fundó la Congregación desde la mesa de su despacho. Apasionado por Jesús y por su Iglesia, fue capaz de acoger personalmente la llamada a la conversión para ser misionero con los pobres y fundar la Congregación. El santo que hoy conocemos se forjó en intimidad con Jesús y siendo dócil a su Espíritu. La novedad que buscamos solo puede nacer desde ahí.
Para servir a nuestros hermanos necesitamos cultivar con humildad una escucha atenta al Espíritu que nos mostrará los signos de su acción en nuestro mundo y en nuestra Iglesia. El Espíritu ya nos está hablando y espera nuestra respuesta. El primer paso es acoger la llamada a la conversión personal para vivir el Evangelio y compartir con otros la pasión por Cristo y la novedad de su Reino. ¿Nos arriesgamos a vivir con más radicalidad el Evangelio?
Generadores de familia
Consciente de sus límites, san Eugenio buscó otros compañeros con los que caminar juntos. Él fundó nuestra congregación y trabajó para que fuera una familia al estilo de la comunidad de Jesús con sus Apóstoles. Su amor por los oblatos, antes que crear una “estructura”, hizo de nosotros una familia. Una familia enriquecida hoy por las diversas sensibilidades culturales. San Eugenio, por su manera de amar y cuidar las relaciones, fue capaz de hacer sentir a cada oblato que él es nuestro padre, no solo nuestro superior o fundador. Un padre que nos invita siempre a vivir más y mejor el Evangelio y estrechar los lazos de unidad. Somos llamados a amar con pasión a cada oblato, a caminar con él para vivir el Evangelio, a estrechar los lazos de unidad no solo en nuestras Unidades sino con toda la Congregación. Somos llamados también a estrechar lazos de comunión y misión con la familia carismática. Esto se hace cuidando las relaciones, como lo hizo san Eugenio, al estilo de Jesús con sus apóstoles. ¿Nos arriesgamos a ser generadores de vida de familia misionera?
Apasionado por los pobres
“Ante nuevas necesidades la caridad inventa nuevos medios”. Son palabras de san Eugenio que él mismo encarnó. Esto forma parte de nuestro ADN como vemos en nuestra historia. Eugenio no tuvo miedo a arriesgar para abrir nuevas misiones, incluso cuando había pocos miembros. Él lo intentó todo, arriesgó, para responder y anunciar la Buena Noticia a los pobres de su tiempo. Hagamos lo mismo. Solo podemos ser hombres de adviento si nos atrevemos a arriesgar para ser misioneros CON los pobres y anunciar a Jesucristo como su única esperanza plena y esto exige nuevos medios inspirados por la caridad. ¿Nos arriesgamos a movernos desde nuestros mundos conocidos para responder con creatividad a la misión con los pobres?
Esta Eucaristía de clausura es a la vez Eucaristía de envío misionero. El Señor nos llama y nos envía para ejercer nuestro servicio de autoridad siendo hombres de adviento viviendo proféticamente el Evangelio. Hombres que viven con pasión su relación con Dios, generadores de vida familiar en comunidades que viven el Evangelio. Hombres capaces de explorar nuevos caminos misioneros para responder a las urgencias de la Iglesia y de los pobres. Oremos juntos a san Eugenio para que nos acompañe y asista en nuestra misión desde la oblación misionera de nuestras vidas.