El lirio mohawk en la Universidad Saint Paul: un puente entre los pueblos
Ottawa, Canadá
Publicado originalmente en OMIWORLD.ORG
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por Nnaemeka ALI, OMI
El 21 de octubre de 2012 asistí a la canonización de Santa Kateri Tekakwitha sin saber realmente quién era ni la nación aborigen de la que procedía.
Santa Kateri Tekakwitha, una hermana y un puente para nuestro tiempo
Aquel día en el Vaticano, rodeado de fieles, no tenía ni idea de que aquel encuentro marcaría un antes y un después en mi vida. Doce años más tarde, en la Universidad Saint Paul de Ottawa, rodeado de miembros de la comunidad universitaria y de aborígenes de Kitigan-Zibi, redescubrí en Kateri a una hermana mayor y un vínculo entre pueblos.
Un descubrimiento inesperado en la Ciudad Eterna
En 2012 todavía estaba en formación en el Escolasticado Internacional Oblato de Roma. Desmotivado por los protocolos de seguridad que preceden a todo evento en el Vaticano, yo era reacio a participar en estas ceremonias. Sin embargo aquel día, sin saber por qué, acepté asistir a la canonización de siete figuras, entre ellas Kateri Tekakwitha, la primera mujer indígena declarada santa. Era mi primera y única experiencia en una ceremonia de este tipo, y en aquel momento no conocía a ninguno de los futuros canonizados.
Entre ellos estaban Pedro Calungsod, mártir filipino; Marianne Cope, que atendió a leprosos en Hawai; Anna Schäffer, laica alemana conocida por su sufrimiento; Giovanni Piamarta, sacerdote y educador italiano; Jacques Berthieu, jesuita mártir francés; y Carmen Sallés, monja española. Pero fue Kateri quien desempeñó un papel especial en mi vida, mucho más allá de aquel día.
Celebración de la fraternidad en la Universidad Saint Paul
Doce años después de la canonización, tuve la oportunidad de celebrar a esta Santa en la Universidad Saint Paul con los indígenas de Kitigan-Zibi. Desde mi llegada a la tierra de sus antepasados, Kateri se ha convertido en mi amiga y confidente. Ella simboliza para mí un vínculo entre un pasado doloroso y un futuro más prometedor para la Iglesia autóctona. La modesta y fraterna celebración reunió a nativos y forasteros en torno a la mesa eucarística en un momento de solidaridad y amistad. El coro de la comunidad anishinabe de Kitigan-Zibi dio un toque auténtico y profundo a la ceremonia.
Durante la homilía, el celebrante recordó que, a pesar de las controversias que rodean su historia, Kateri es signo de resistencia y resurgimiento. Representa un puente entre dos pueblos, una invitación a reconocer las pruebas de nuestra historia común y a construir juntos un futuro de reconciliación y de paz. Kateri Tekakwitha, este «lirio mohawk», encarna la esperanza de una cohabitación armoniosa. Ella da testimonio de la posibilidad de superar las pruebas del pasado e inventar juntos una nueva historia de fraternidad y respeto.