Octubre Misionero 2024: Vamos, invitemos a todos al banquete
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Publicado originalmente en OMIWORLD.ORG
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por Fabio CIARDI, OMI
El Mes Misionero comienza con la celebración de Santa Teresita del Niño Jesús, proclamada patrona de las misiones en 1927 gracias al esfuerzo de los Oblatos, especialmente de Monseñor Arsène TURQUETIL, OMI.
Sin embargo, la verdadera jornada misionera empezó hace casi 2000 años, cuando el Espíritu Santo descendió sobre María y los apóstoles en Pentecostés, impulsándolos a anunciar la Resurrección del Señor. Para nosotros, los Oblatos, este llamado se concretó hace más de 200 años, cuando San Eugenio de MAZENOD sintió la misión de llevar el Evangelio a los más pobres.
Este año, el Papa Francisco ha elegido como tema la parábola evangélica del banquete nupcial (Mateo 22,1-14): “Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren” (v. 9). Reflexionemos sobre este mensaje como Familia Oblata:
Vayan
Aunque los siervos ya habían invitado y nadie respondió, el rey les pide que no se desanimen y sigan adelante, aun ante los rechazos y dificultades. Así como Jesús animó a los apóstoles a “remar mar adentro” después de una pesca infructuosa (Lucas 5,4-7; Juan 21,5-7), nosotros debemos confiar en quien nos envía y cumplir con nuestra misión. El Papa Francisco nos insta a ser una Iglesia en salida, iniciando un nuevo movimiento misionero, como nos lo pide el Espíritu.
Inviten
La invitación debe ser siempre respetuosa y amable, sin imposiciones ni proselitismo, reflejando el amor y la compasión de Dios. Es fundamental acercarnos a las personas, escucharlas y entender sus necesidades. Como Oblatos, estamos llamados a estar cerca de la gente, atentos a sus aspiraciones y valores (C 8). Debemos estar presentes en los lugares donde la vida sucede, en los “cruces de los caminos”, esos espacios donde las personas buscan esperanza y sentido.
A todos
La invitación es para todos, “buenos y malos” (Mateo 22,10), especialmente para los marginados y olvidados. En un mundo dividido, el Evangelio nos llama a reconocernos como hermanos, superando los conflictos y las diferencias. Si hay una preferencia, es por los más necesitados, aquellos que la sociedad excluye. El amor de Dios es incondicional: “Porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único” (Juan 3,16).
Al banquete nupcial
Este banquete no solo representa la salvación final en el Reino de Dios, sino también la fraternidad y la alegría de estar juntos. Nuestra misión como Oblatos es reconciliar, crear comunidad y ayudar a todos a descubrir que somos hijos del mismo Padre. Mientras el mundo ofrece “banquetes” de consumismo, individualismo y egoísmo, el Evangelio nos invita al banquete divino de alegría, justicia y hermandad. La Eucaristía es el anticipo de este festín celestial, donde experimentamos la comunión con Dios y con nuestros hermanos.
En este Octubre Misionero, renovemos nuestro compromiso de ser misioneros que van al encuentro de todos, amando sin distinciones y testimoniando con nuestra vida el gran banquete del amor de Dios.