Una Llamada a Ser Misioneros Santos: Los Desafíos del Padre Chicho para CROCUS
Publicado originalmente en OMIWORLD.ORG
Presione aqui para leer en Ingle
En su último discurso en la Sesión Conjunta en Washington, D.C., el Padre Chicho, Superior General de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, llamó a la Región Canadá-EE.UU. a buscar una renovación profunda, una renovación centrada en la santidad y la unidad. “Necesitamos Oblatos santos de esta región”, enfatizó.
Luchando por la Santidad
Con gran pasión, el Padre Chicho evocó las palabras del fundador: “¡En el nombre de Dios, sean Santos!” Enfatizó la necesidad urgente de escuchar al Espíritu Santo y abrirse a su gracia transformadora. “Nuestra llamada es estar ante Jesucristo y permitir que el Espíritu Santo renueve nuestras vidas.” Hizo un llamado a América para que responda a esta invitación, acogiendo la santidad y fomentando el surgimiento de nuevos santos. El mensaje del Padre Chicho se construyó sobre tres principios fundamentales esenciales para la misión de la Congregación hoy: sinodalidad, solidaridad y subsidiaridad.
Sinodalidad: Escuchar y Discernir
El concepto de sinodalidad ocupó un lugar central en el mensaje del Padre Chicho. Subrayó la importancia de escuchar profundamente al Espíritu Santo y a los demás. “Necesitamos escucharnos más y vivir un verdadero proceso de sinodalidad en toda la congregación”, expresó. Esta escucha mutua fomenta un diálogo respetuoso y eleva cada voz dentro de la comunidad, guiándola hacia una unidad más espiritual y plena.
Solidaridad: Abrazar las Necesidades del Prójimo
El Padre Chicho habló de una solidaridad que trasciende la simple caridad, una solidaridad que siente y responde al clamor del prójimo. “Lo importante es dar lo que el otro necesita”, dijo, llamando a un compromiso profundo y auténtico con los demás. Al practicar esta verdadera solidaridad, se construye una comunidad más fuerte, unida por el amor y la compasión.
Subsidiaridad: Respetar y Empoderar
El Padre Chicho subrayó la importancia de la subsidiaridad en todos los niveles de la Congregación. “La Santísima Trinidad nos confía una misión… pero Dios espera que hagamos lo posible”, comentó. Explicó que este principio asegura que cada unidad, desde el gobierno central hasta los niveles provinciales, opere con responsabilidad y autonomía, reflejando la misión divina. La subsidiaridad empodera a los líderes locales, fomentando un profundo sentido de pertenencia y responsabilidad, y asegurando que las decisiones se inspiren tanto en el Espíritu Santo como en las realidades vividas de la comunidad.
Preguntas y Acciones Concretas
El Padre Chicho planteó preguntas para la reflexión: “¿Qué cambiará con nuestro compromiso? ¿Qué debemos dejar ir para abrazar un nuevo futuro? ¿Cómo implementaremos nuestras propuestas?” Estas preguntas exigen no solo reflexión, sino acción concreta. Instó a una mayor colaboración entre provincias, especialmente en ministerios dedicados a migrantes, pueblos indígenas y jóvenes. Subrayó la importancia de programas coordinados para el intercambio de personal, fundamentales para cumplir con las prioridades misioneras y promover un cambio significativo.
Formación y el Liderazgo
El Padre Chicho destacó la urgencia de enfocarse en la formación y el liderazgo, promoviendo la interculturalidad y formando nuevos líderes. “Queremos ver a la región avanzar en la interculturalidad y la colaboración con la congregación”, dijo, señalando cómo la brecha de liderazgo afecta la reestructuración regional. Llamó a los Provinciales a implementar rápidamente las propuestas y fomentar líderes en todos los niveles, asegurando que la misión siga viva y efectiva.
Un Llamado a la Acción
El discurso del Padre Chicho culminó con una arenga clara y decidida. “¡Este es su tiempo!”, exclamó, urgió a todos a tomar este momento para forjar el cambio. “El futuro de la Misión Oblata en Canadá y los EE.UU. está en nuestras manos. Si quieren ser agentes de cambio, ahora es cuando; es nuestra responsabilidad colaborar”, insistió. Al evocar la rica historia de la Congregación, animó a soñar en grande y aspirar a la grandeza. “Trabajemos juntos para alcanzar la grandeza. Atrevámonos a salir de nuestras limitaciones y buscar lo mejor según San Eugenio de Mazenod”, concluyó.