Aniversario de 204 años de la primera oblación en la congregación
Publicado Originalmente en OMIWORLD.ORG
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Desde hace varios años, el Comité General de los Hermanos Oblatos se encarga de la animación del aniversario de los primeros votos. Los Hermanos Oblatos que participaron en el Capítulo General, trabajaron en la reflexión para este 1 de noviembre.
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Sinodalidad un tiempo de peregrinación, de esperanza y de comunión.
Introducción
1º de noviembre de 1818: una fecha importante para hablar y reflexionar sobre nuestra vida consagrada, una fecha que nos recuerda el día en que nuestro fundador san Eugenio y su compañero de camino P. Tempier hicieron y profesaron su primera oblación. Aquel año memorable de 1818, nos resulta provechoso celebrar el aniversario de la primera oblación y profundizar nuestro trabajo misionero sobre los temas actuales de la Iglesia, como lo son la sinodalidad, y más aún, dentro del contexto del reciente capítulo general: peregrinos de la esperanza en comunión.
El Papa Francisco como bien sabemos ha insistido en los últimos años sobre la importancia de vivir en un espíritu de encuentro, de escucha, que sea capaz de involucrar a todo el pueblo de Dios, donde todos sean tomados en cuenta. Se trata de una invitación a caminar y a peregrinar juntos como Iglesia con el Espíritu Santo por delante como protagonista.
A nivel eclesial este tema resulta fundamental, pero como congregación: ¿podemos también caminar juntos? A ello respondemos con nuestra reciente experiencia, pues hemos celebrado nuestro capitulo general en Nemi, Italia. Del 14 de septiembre al 14 de octubre 2022 bajo el lema: Peregrinos de la Esperanza en Comunión.
Y es muy importante que reflexionemos como oblatos de María Inmaculada en este aniversario de la primera oblación de nuestros primeros padres. Ello nos enseña lo indispensable que resulta aprender a caminar juntos como oblatos, pues somos misioneros, y como Iglesia, que se sabe peregrina en el mundo y en la vida misma del pueblo caminante hacia el Cristo Resucitado, y esto en todos los lugares de misión donde vivimos nuestro carisma: parroquias, escuelas, centros de atención, etc.
El papa Francisco consagra el sexto capítulo de su Exhortación Apostólica “Christus vivit” a la importancia de las raíces. Ya en Panamá nos dijo, “les he exhortado a “asumir sus raíces porque son de las raíces de donde viene la fuerza que os hará crecer, florecer, dar fruto”. (CV 186)
Sinodalidad
Como Oblatos de María Inmaculada, cuando hablamos de sinodalidad es reconocer dentro de nuestras comunidades la pluralidad, es reconocer que somos parte de un todo. Y prueba de ello fue lo que vivimos de septiembre a octubre en el Capítulo General, pues vivimos la sinodalidad compartiendo nuestros anhelos y preocupaciones, con una actitud de escucha y de discernimiento, de participación y desde la comunión en una esperanza que nos mueve a seguir adelante en el camino, desinstalándonos de nuestra comodidad, tratando de tomar en cuenta todas las propuestas y necesidades que hay en nuestras unidades y regiones: el trabajo con los laicos oblatos, con los jóvenes, con las casas de formación, con el cuidado de la casa común (JPIC), los pobres en sus distintos rostros y los oblatos hermanos; en donde todos nos sentimos y sabemos que somos parte de la Iglesia, por eso podemos decir que los oblatos están llamados a ser constructores de encuentro, de comunión y de sinodalidad.
Peregrinos
A lo largo de estos más de 200 años hemos caminado y peregrinado como misioneros en muchos países, acompañando al pueblo de Dios para hacer junto con ellos camino de fe, esperanza y amor. Y en este aniversario de oblación, podemos hacer este camino de peregrinación recordando el tiempo que llevamos en cada país, recordando las huellas que hemos dejado, trayéndolas a nuestro presente, para volver a revivir y reflexionar desde el corazón, que es el lugar sagrado donde podemos contemplar y meditar lo maravilloso que es nuestra vida consagrada. “Escuchar esa voz interior que nos invita a salir de nuestro lugar actual y hacer un viaje hacia Dios” (Retiro del capítulo General, 28 de septiembre). A lo largo de estos años de peregrinación también podemos reconocer que seguimos y estamos buscando a Dios, pues salimos en camino con otros para ayudarles a encontrar a Dios, puesto que ciertamente “el vivir mismo es una peregrinación”.
Como oblatos tratamos de profundizar en la idea de peregrinación, acerca del camino que hemos recorrido a lo largo de nuestra historia y de nuestra vida consagrada. Releer nuestra historia de oblación en este tiempo de aniversario, nos hace recordar nuestro primer encuentro, y nuestro primer Amor. Y es un momento de gracia poder celebrar estos 204 años de la primera oblación, por ello con agradecimiento deseamos que Dios nos siga inspirando para ser siempre peregrinos en el mundo, llevando palabras de vida, especialmente a los lugares más difíciles, entre los pobres y abandonados.
En los evangelios, podemos encontrar como el mismo “Jesús recorría todos los pueblos de los alrededores enseñando”. (Mc.6,6) e invitando a otros a formar parte del peregrinaje, por ejemplo, al grupo de los doce, a quienes luego envía (Mc.6,7-13). Nosotros desde que profesamos nuestros votos también somos enviados como peregrinos a todas las misiones. Y en esta peregrinación Dios nos llama y nos elige para propagar la Buena Noticia de salvación para todo el mundo, especialmente a los que han perdido la esperanza.
Esperanza
Esta esperanza que resulta necesaria para seguir avanzando en nuestra peregrinación con Dios. La esperanza que tenemos como oblatos es que la buena noticia de salvación llegue a todas partes, a esos lugares difíciles, y para ello, viene a bien recordar los primeros momentos cuando San Eugenio envió misioneros fuera de Provenza para expandir el Reino de los Cielos. Así como dice Jesús: “Vayan por todo el mundo” (Mt.28,19). Puesto que como misioneros tenemos un propósito, un camino y un destino que alcanzar: vivir nuestro carisma y nuestra espiritualidad con esperanza.
“Esta misma esperanza cristiana nos dice que la muerte no es el final. Porque somos el pueblo de la Pascua, de Resurrección” (Retiro del capítulo general 28 de septiembre). Jesús les dice a sus discípulos: “No se turben, crean en Dios y crean también en mi. En la casa de mi padre hay muchas habitaciones. De no ser así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de ir y prepararles un lugar, volveré para tomarlos conmigo, para que donde yo esté estén también conmigo” (Jn.14;1-3). Aquí podemos comprender que somos peregrinos de esperanza, ya que nuestra fe no se basa en argumentos humanos, sino en Cristo. De esta forma, confiando en su presencia nuestros corazones se regocijen en lo que él mismo nos ha prometido, y por ello mismo transmitimos esta esperanza, la cual buscamos testimoniar a todo el pueblo de Dios.
Pues como oblatos somos servidores de esperanza, acogemos con gratitud la vida y el trabajo misionero con quienes trabajamos viviendo los votos evangélicos y sobre todo a través de la experiencia de la caridad, como pedía nuestro fundador en su último testamento.
Comunión
Que seamos uno, trabajando en comunión, en equipo, ayudándonos mutuamente, dejando atrás toda pretensión de individualismo y autosuficiencia, por ello decimos claramente que no somos cinco regiones divididas, sino una sola congregación en la cual se hace presente el Reino de Dios.
Ya a lo largo de nuestra historia hemos tratado de vivir en comunión, de vivir la caridad entre nosotros, desde nuestra propia experiencia de fe y de comunidad compartimos los diferentes momentos de vida fraterna. Acercándonos al otro, compartiendo la vida, las alegrías y los sufrimientos, permaneciendo unidos en la oración, en donde creamos un vínculo de fraternidad, de comunión y de comunicación. Puesto que la vida consagrada es siempre una gracia que nos mantiene en comunión a pesar de nuestras diferencias. Es en esta comunidad donde Dios nos reúne como pueblos diversos en una misma fe. Y esta comunión que compartimos encuentra sus raíces más profundas en el amor y en la unidad de la Santísima Trinidad: “el amor nos lleva a la comunión con Dios, y estamos convencidos de que no se puede tener comunión con Dios si no se está en comunión con el prójimo”. (Retiro capítulo general 28 de septiembre).
La comunión no solamente es el encuentro con el otro o con quienes vivimos y compartimos, sino que es un encuentro con los demás, con la naturaleza, con los pobres, con los abandonados. Se trata de la comunión que nos llama a vivir con un gran corazón, abiertos al diálogo, al ser solidarios, respetuosos, en un continuo proceso de escucha y de compromiso con la sociedad.
Conclusión
Por ello concluimos, que para vivir este proceso de sinodalidad, del ser peregrinos en la esperanza y en la comunión resulta fundamental tomar en cuenta las cualidades que pedimos para nuestro nuevo superior general; siendo oblatos consagrados que tengan cualidades de hombres de fe, de oración, de profundo amor a la Iglesia, que sean hombres que no tengan miedo a abrazar la experiencia de la interculturalidad, que puedan leer los signos de los tiempos; apasionados por la misión, pero no una misión individualista, sino en equipo, estando convencidos del carisma de San Eugenio, que camina junto con los laicos, siendo entusiastas, amables, sencillos y cercanos.
Que esta fecha de aniversario, sea para nosotros un tiempo de gracia, de renovación, de vida en comunión y sobretodo en peregrinación con el pueblo de Dios, intensificar la vida de oración que es el alma de toda misión. Peregrinos de esperanza en comunión.
Preguntas para reflexión personal o de grupal
- ¿Qué es lo que más te apasiona de la vida como consagrado oblato de María Inmaculada?
- ¿Qué desafíos has encontrado viviendo tu peregrinaje de esperanza y de comunión dentro de nuestra Congregación?
- ¿Cuáles son las barreras que impiden los procesos de sinodalidad en nuestras comunidades?