En Haití lo oblatos colaboraron con las autoridades sanitarias locales en la campaña de concienciación sobre el COVID-19. En la Costa sur, el párroco de la Concepción Inmaculada de Nuestra Señora asumió la responsabilidad de supervisar la producción de máscaras, guantes y geles antisépticos para ayudar a mejorar la higiene de la gente en esa zona.
Los oblatos de Indonesia contribuyeron en el proyecto para proporcionar vestidos de protección a los equipos médicos que cuidaban de las víctimas del coronavirus. La comunidad del escolasticado, trabajando junto a la Cruz Roja de Indonesia, hizo una campaña de donación de sangre para ayudar a los hospitales que han tenido dificultades para atender la demanda de sangre en el tiempo de la pandemia.
La Procura de la Misión Oblata de la Provincia Mediterránea buscó más allá de sí mismos y echaron una mano a Venezuela, una de las Misiones bajo su cuidado. En el tiempo de pandemia intensificaron la recogida y el envío de medicinas para Venezuela de manera que pudieran ayudar en la que ya era una difícil situación sanitaria del país. La comunidad oblata de Pozuelo de Alarcón (España) colaboró con la Cáritas diocesana en un proyecto de recogida y distribución de alimentos para los necesitados. Más de 1000 paquetes de comida fueron distribuidos durante 45 días.
La Misión de Nigeria tomó como una de sus prioridades en este difícil periodo ayudar a los enfermos, especialmente los más ancianos. A causa de la pérdida de sus empleos muchas familias pobres no pudieron comprar las medicinas prescritas para los miembros enfermos de sus familias. Por eso los oblatos se convirtieron en mediadores entre ellos y los donantes para facilitar la compra de medicamentos.
En Filipinas, el P. Ponpon y el P. Ray salieron a las calles para visitar a los enfermos y realizar los ritos funerarios donde se solicitaban, por supuesto siempre siguiendo todas las medidas de precaución. Dirigidos por el Hno. Noel GARCIA, médico, los Oblatos de la diócesis de Caloocan facilitaron la prueba rápida de los religiosos y el clero de la diócesis. Todos los Oblatos de la diócesis dieron negativo a COVID-19.
Los oblatos de Paraguay establecieron una línea directa de teléfono para las llamadas urgentes de los enfermos y poderlos ir a visitar y rezar por ellos.
En la parroquia de san Miguel en Saphan Mai (Tailandia) hicieron máscaras para los refugiados y solicitantes de asilo que están bajo el cuidado de la oficina para los Refugiados de Naciones Unidas (UNHCR, sus siglas en inglés) y la Comisión Católica para la gente del Mar de Caritas Bangkok. Algunos párrocos oblatos de África del Sur pidieron a las “costureras” elaborar máscaras para distribuirlas. En Hong Kong los oblatos también distribuyeron miles de máscaras y líquidos desinfectantes entre los pobres de la ciudad.Los oblatos de Polonia estuvieron comprometidos para proporcionar equipos de protección especial para hospitales y enfermerías. En muchos lugares como en Koden, organizaron proyectos para confeccionar máscaras. Dos de nuestras casas se convirtieron en centros para pasar la cuarentena para aquellos que tenían que aislarse pero no lo podían hacer en sus hogares debido a diferentes razones inexcusables (Kokotek 60 personas, Bodzanow 10). Los oblatos pudieron controlar la temperatura, servir las comidas y hacer la llamada “recogida de muestras” de potenciales infectados y enviarlas a analizar. Voluntarios provenientes de Nínive, grupo proveniente del ministerio oblato con la juventud de la Provincia, fueron los primeros en comprometerse en la asistencia voluntaria en una enfermería que albergaba pacientes de Covid-19. Seis voluntarios de Nínive y tres oblatos se unieron en este servicio en Lubliniec. En el Centro de la Juventud Oblata de Kokotek se formó un grupo inter-congregacional de asistencia para servir en los hogares de asistencia social de Lubliniec.
En Madagascar los oblatos de la Iglesia de san Eugenio en Toamasina no interrumpieron sus servicios a los enfermos: continuaron ungiéndolos y administrando los sacramentos de la Reconciliación y la comunión, siempre por supuesto usando sus máscaras y gel desinfectante en los lugares donde era obligatorio hacerlo para este tipo de encuentros.
Entre tanto, la Juventud Oblata de China en Guangzhou, como no podían reunirse para la Adoración del Santísimo, se pusieron de acuerdo para utilizar su grupo WeChat (red social) para rezar por turno durante 24 horas por los afectados por el virus.
Dos religiosas que pertenecen a una de nuestras congregaciones femeninas, las Misioneras Oblatas de María Inmaculada en España, las hermanas Katharina Ramrath y Victoria Romero, estuvieron directamente comprometidas para ayudar a los enfermos como enfermeras.
***No cabe duda que la lista no es completa. La intención del artículo es echar un vistazo al espíritu de “intentarlo todo” de los oblatos que brilla incluso más fuerte en tiempos de necesidad. “Oblati, parati!”