¿Debería el coronavirus impedir que hagamos lo que debemos?
Corea
Publicado Originalmente en OMIWORLD.ORG
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El P. Vicenzo BORDO, llamado por los coreanos Kim Ha-Jong, nació y creció en Italia. Actualmente ayuda a los necesitados en la lejana tierra de Corea. Desde 1992, dos años después de su llegada a Corea, ha proporcionado cuidado pastoral a los pobres de la ciudad en una villamiseria de Seongnam, Provincia de Gyeonggi-do. En 1993 estableció “Anna’s House”, una cocina popular para proveer almuerzos, el primero de este tipo en Corea. “La casa de Ana” ofrece una calurosa ayuda a los necesitados y los sintecho, y también es un refugio para los adolescentes huidos.
Con la explosión del coronavirus, el P. Vicenzo está en una encrucijada, si cerrar el comedor o continuar como habitualmente. Así es cómo explicaba la situación en su página Facebook.
Alarmados y preocupados por el virus COVID-19, muchos amigos me preguntaron sobre la situación en Corea. Desde el sábado 22 de febrero las cosas se han derrumbado de forma terrible. Varios mensajes llegaron de la Administración y otros grupos pidiéndonos (o debería decir presionándonos) que cerráramos la cocina popular por el bien común.
Se supone que debemos tener una reunión con el alcalde para comprender la situación y ver posibles soluciones. Es fácil cerrar gimnasios…, sin el deporte se puede vivir. Es fácil prohibir conciertos…, sin la música la vida continua. Escuelas y universidades se pueden cerrar por un tiempo…, sin tener escrúpulos de conocimiento. Puedes cerrar Iglesias, también se puede rezar en casa…pero, ¿puedes cerrar una cocina que sirve 550 almuerzos al día para los más necesitados, especialmente cuando para el 70% de ellos es la única comida del día? Por supuesto, de todas formas, sin una buena comida nutritiva, no pueden sobrevivir en esta difícil situación. Es una decisión muy difícil para nosotros en este momento.
Ayer pasé la noche sin dormir, intentando imaginar lo que puedo hacer y cómo hacerlo. Pido sus oraciones. No es justo y no podemos abandonar o dar la espalda a esos pobres hermanos y hermanas en tiempos de mayor necesidad.