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Oraison: Orando Con La Familia Mazenodiana en Marzo

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“En la oración silenciosa y prolongada de cada día, nos dejamos modelar por el Señor y encontramos en él inspiración para nuestra conducta,” (Regla de Vida OMI, 33).

La práctica de Oraison formaba una parte importante en la oración diaria de San Eugenio durante la cual entraba en comunión con los miembros de su familia misionera. Mientras que ellos se encontraban en Francia, se les hacía fácil juntarse en oración alrededor del mismo horario. Cuando los misioneros Oblatos comenzaron a ser enviados a los varios continentes ya no les era posible orar al mismo tiempo. Sin embargo, cada día había un tiempo cuando se detenían para orar en unión uno con el otro—aunque no fuera al mismo tiempo.

Esta es una práctica que Eugenio quería que su familia religiosa mantuviera. Por eso les invitamos a formar parte de esta práctica de Oraison el domingo, 15 de marzo, 2020, conmemorando la Solemnidad de San José, protector de la Congregación.

Icono escrito por Lauretta Agolli, Oblate Partner

Tomado del Diccionario de Valores Oblatos

Parece que hay que conectar esta devoción con su visión de la Iglesia, fruto de la Sangre de Jesús, visión que desborda el marco de la Iglesia terrestre y le hace entrar en comunión incesante con la Iglesia del cielo. De ahí su profunda devoción a los santos, especialmente a María Inmaculada e, “inmediatamente después de la Santísima Virgen, escribe el P. Rambert, San José ocupaba el primer lugar en su corazón”.

Esta profunda devoción se enraíza en una amplia visión de fe sobre la predestinación de San José, esposo de María y padre nutricio de Jesús. Las razones de su veneración y de su confianza provienen de las relaciones del todo excepcionales del santo con el Salvador y con María Inmaculada, las dos grandes devociones del Servidor de Dios.

También se le ve recurrir sin cesar a su intercesión, confiarle los intereses materiales de la Congregación, el reclutamiento, la salud de los misioneros, el éxito de su apostolado y el acierto de los capítulos generales que pone oficialmente “bajo el patrocinio de San José, nuestro muy amado Patrono”; bajo su misma protección coloca a menudo las casas, “después de la Santísima Virgen que debe ser siempre la patrona principal de todas nuestras casas”.

Mateo 2, 13-14; 19-21:

Después de marchar los Magos, el Ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes buscará al niño para matarlo.” José se levantó; aquella misma noche tomó al niño y a su madre, y partió hacia Egipto…Después de la muerte de Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y regresa a la tierra de Israel, porque ya han muerto los que querían matar al niño.” José se levantó, tomó al niño y a su madre, y volvieron a la tierra de Israel.

De una carta de San Eugenio escrita al P. Guigues:

Creo que su alma es más excelente que todas las inteligencias celestes, por encima de las cuales está sin duda en el cielo. En esa morada deliciosa, Jesucristo, María y José son tan inseparables como lo eran en la tierra. Creo estas cosas con la fe más segura, es decir con tanta certeza como creo en la Concepción Inmaculada de María y por las mismas razones, guardando la proporción. Le confiaré incluso algo que me gusta pensar: estoy muy persuadido también de que el cuerpo de San José está ya en la gloria y que está allí donde debe permanecer siempre. Como lo he dicho de su alma, junto a Jesús y María: por encima de los coros de los ángeles.

De una carta de San Eugenio al P. Vincens:

A propósito de oraciones, tengo que decirte que varios de nuestro Padres desean que proponga una invocación diaria a san José, padre nutricio de la Sagrada Familia, para obtener que vele desde lo alto del cielo para proveer a las necesidades temporales de la Congregación, que lo reconoce por patrono principal. No es para enriquecernos, sino para poder responder a las necesidades de todos aquellos que la Providencia nos envía.

De una carta a su Padre, Sr. de Mazenod:

El día de san José por la mañana estaba en las últimas y, como si mi santo patrono hubiera querido expresarme el efecto de su poderosa protección, que invocaban por todas partes, aquella misma tarde empecé a mejorar con sorprendente rapidez. Al día siguiente o al otro día estaba ya fuera de peligro.

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