Visitando algunas escuelas oblatas
Australia
Publicado Originalmente en OMIWORLD.ORG
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El P. William MORELL de la Provincia de Estados Unidos, en la actualidad trabaja en la recogida de fondos para apoyar las misiones oblatas de todo el mundo. Recientemente visitó la Provincia de Australia. Uno de los principales ministerios de los Oblatos aquí es la educación de la juventud. El visitante llegado de EE.UU. quedó muy impresionado por lo que vio durante su visita.
Silencio. No es una palabra que uno asocie con 1.400 chicos de secundaria metidos en un gimnasio… pero entonces, ¡quizás no es que el agua de Australia tenga alguna propiedad especial! Si hubiera sucedido tan sólo en una escuela oblata (instituto) de Australia, podría haber pensado que era por algo externo, por ejemplo el agua. Pero en dos escuelas, separadas por mil quinientos kilómetros… en dos misas ¡en dos semanas diferentes! No, el silencio no fue una simple casualidad: el lugar o la situación. Tampoco lo fue la reverencia ni el respeto. Esto no sucede en 1.400 jóvenes así, por casualidad.
Los ex-profesores de escuela no se quedan impresionados fácilmente. Yo llevo ya casi 30 años sin enseñar en el seminario menor OMI de Texas. Pero no puedo decir que recuerde muchos momentos en los que dominara el silencio o el respeto. Gritos de júbilo de los campos de juego, una o dos aulas a punto de sucumbir en el caos, un acto excepcional de valentía o destreza… estas son las memorias que yo tengo, y no lo que he podido ver en estas 2 escuelas oblatas australianas.
De hecho, uno puede aprender mucho si la escena y el mensaje son consistentes e insistentes. Los oblatos y su ministerio con los jóvenes en estas escuelas claramente inspiradas por el carisma, muestran con claridad los valores y las prioridades de S. Eugenio en sus primeros años de sacerdocio con la Asociación de la Juventud Cristiana. El P. Christian FINI, antiguo director de la AMMI de Australia no necesitó señalármelo mientras me enseñaba el campus en el que él es Director, donde pude concelebrar en la Gran Misa de la escuela en honor de S. Eugenio, en el día de la fiesta que coincidía con el 50 aniversario de la “Escuela Mazenod”.
Pero dejadme que hable más particularmente sobre la escuela en la que pasé tres días completos nada más aterrizar en Australia. No cabe la menor duda de su asociación e identidad oblata. Allí donde mires, siempre encuentras una referencia oblata… en un edificio, en el nombre de las organizaciones escolares e incluso en el nombre de las aulas.
Con frecuencia caminaba por el complejo campus de la Escuela Iona con su director, el P. Michael TWIGG. Es inmenso y magnífico, el primer instituto de secundaria fundado por los Oblatos de Australia. Pero su belleza y tamaño no son lo que provocaron mi admiración. No, fue la actitud de los alumnos, 1.500 en total… reunidos, todos, (al igual que en la Escuela Mazenod) en respetuoso silencio al comienzo de su “Misa del Día del Fundador”, y de los incontables alumnos con los que pude hablar individualmente o por los que fui saludado. Eso es lo que me impresionó. Sabía que su actitud y su espíritu no eran fruto de la casualidad.
Yo enseñé en un instituto durante 10 años y he tenido sobrinos y sobrinas de esa edad durante décadas. Sé que toda comparación es odiosa, y no la haré. Pero sí diré que el respeto genuino, la amistad tan francamente expresada, el silencio espontaneo (¡sin que se les diera una orden!), la frecuente referencia a los pobres, la atención prestada a los demás, todo esto es realmente impresionante. No los descuidan, no los quieren dejar al azar, los Oblatos, la plantilla, el mismo campus los cultivan de forma meticulosa y consciente.
En las paredes, los escalones, los pasillos, las puertas… allí donde uno mire encuentra placas con eslóganes “#yo respeto…”: #yo respeto… la verdad, #yo respeto… la diversidad, #yo respeto… la Eucaristía, #yo respeto… la naturaleza, #yo respeto… la valentía, #yo respeto…
Como decía, no es fácil impresionarme. Pero el espíritu y el respeto, incluso el silencio que encontré en estas escuelas me han dejado pasmado, con la boca abierta… y orgulloso de cómo los Oblatos continúan el compromiso de S. Eugenio con los jóvenes de forma tan efectiva con los casi 3.000 estudiantes con los que caminé, hablé… y escuché, con palabras y con silencio.