¡Como si hubiera llegado el final de los tiempos!
Publicado Originalmente en OMIWORLD.ORG
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El P. Emmanuel YOUNGTEN, Secretario Ejecutivo de la Región de África-Madagascar nos habla sobre la aterradora experiencia vivida durante el encuentro de la Conferencia Regional.
Los Superiores mayores de la Región de África-Madagascar y otros invitados a la Conferencia regional se encontraban disfrutando con alegría del encuentro cuando llegaron noticias de un posible peligro.
Entrábamos en el segundo día de nuestro encuentro regional cuando oímos que dos ciclones, uno desde el océano Índico y otro proveniente de Isla Mauricio estaban a tan sólo dos días de Antananarivo.
La atmósfera de la Conferencia cambió de tono tras el anuncio, y surgieron numerosos interrogantes.
El P. Andries KIMANE, delegado del Provincial de la Provincia Norte de Sudáfrica, tras oír estas noticias dijo, “sabía que venía aquí o bien para volver a casa hecho un santo (tras disfrutar en compañía de personas que dialogan cada día con el Espíritu Santo antes de tomar decisiones), o bien para morir mártir (por la fe, ¡porque acepté representar a mi provincial!)” También afirmó que la gente pensaba que estaba loco cuando les dijo que venía hasta Madagascar: ¡camina hacia su “fin”!
Se nos ordenó no salir fuera: en todo Antananarivo se aconsejó permanecer en las casas todo el 7 de marzo para evitar males mayores. Ese día, se suponía que recibiríamos la visita de Mons. Odon Razanakolona, arzobispo de Antananarivo, quien debía celebrar la misa con nosotros durante el mediodía. Cuando llamó para decir que no podría llegar por las directrices gubernamentales que mandaban permanecer en las casas, supimos que realmente era algo serio. Todo el servicio de telefonía y de internet cayó, la electricidad se fue. Sólo se oía el sonido del viento.
Gracias a Dios, el ciclón llegó y continuó su marcha hacia el sur de Madagascar. Aunque no sufrimos ningún daño, otras partes de la ciudad sufrieron inundaciones, algunos árboles se cayeron y varios edificios fueron destruidos. El 15 de marzo se confirmó la muerte de 78 personas. Los ciclones habían afectado al menos a 400.000 personas.