Oblatos de América Latina comparten su experiencia de fe sobre Justicia, Paz e Integridad de la Creación
por P. Miguel Pipolo, OMI Publicado Originalmente en OMIWORLD.ORG
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Las Constituciones y Reglas OMI de 1982 introduce el ministerio de la Justicia Paz e Integridad de la Creación como una preocupación principal de sus miembros. Es bueno recordar esto ahora que estamos en este tercer año del Trienio Oblato. Este ministerio no puede faltar en nuestra actividad misionera. Espero que compartir nuestra experiencia en América Latina podrá ayudar a otros oblatos en su deseo de servir a los pobres allí donde nos encontramos.
Las políticas económicas y sociales en el largo periodo colonial de América Latina buscaban mantener a los pobres bajo el cetro de la clase gobernante. No faltaban tragedias económicas y sociales. Estas políticas afectaron profundamente a los pobres y más abandonados de la región. Torturas y muertes inenarrables acaecían en todas partes, pero especialmente en los países de América Central, en Brasil, Argentina, Uruguay y Chile, conocidos como el “cono sur” con grandes riquezas materiales. Todo esto sucedió en un continente supuestamente católico.
Los Oblatos que trabajan en América Latina compartieron la suerte de los pobres, su trabajo pastoral sufrió un giro de 360 grados tras el Concilio Vaticano II. La Iglesia estaba con los pobres, aun cuando algunos obispos no estuvieran interesados en hablar a su favor. Muchos obispos fueron pastores ejemplares, como Mons. Helder Cámara de Recife, Brasil. No les faltó sufrimiento.
Los oblatos de Bolivia, Chile, Brasil y Argentina compartieron la suerte de tantos cristianos apresados. Un gran número de religiosos y religiosas fueron perseguidos por regímenes militares al servicio del capital extranjero. Movidos por los valores del Evangelio algunos de ellos decidieron unirse a los “movimientos de guerrilla” tan comunes en el continente en los años 70 y 80.
Aspectos importantes del carisma oblato movió a los Oblatos en esos años difíciles: el amor de Jesucristo, el amor a los pobres y el amor a la Iglesia, aquella “preciada herencia que el Salvador adquirió a costa de su sangre”. Comprometidos con Jesús y con la Iglesia, los misioneros oblatos predicaron los valores del Evangelio en el lenguaje de los pobres. Esa fue la novedad misionera oblata: estar cerca de los pobres. Las condiciones socio-económicas de las clases bajas y trabajadoras eran inhumanas y los Oblatos compartían su suerte. Hemos aprendido esto del famoso sermón de San Eugenio en la iglesia de la Magdalena en Aix-en-Provence. El Fundador fue testigo de las condiciones inhumanas de aquellos pobres. Lascondiciones del mundo actual no son tan diferentes de las de entonces.
Los Oblatos hoy están presentes en 14 países de América Latina. S. Eugenio solía decir que la Congregación era pequeña, pero que sería grande si fuera santa y fiel a su carisma y a la inspiración del Espíritu Santo. Si alguien preguntara a los Oblatos si el ministerio de la justicia y de la paz es central a la obra de la evangelización, responderían sin dudar. Dirían que sin justicia y sin paz, el carisma oblato no podría vivirse tal y como S. Eugenio lo estableció.
En la región del Amazona, los Oblatos atienden a los pueblos indígenas que abandonaron sus poblados viviendo ahora en la gran ciudad de Manaus. Los pobres buscan mejores condiciones de vida en la gran ciudad que es ahora escenario de una tragedia ecológica. La región del Amazona es un tema recurrente en todo encuentro o seminario en el que se discuta del medio ambiente. Los gobiernos de Brasil y de Perú han discutido la posibilidad de iniciar una vía férrea desde Brasil occidental hasta el Océano Pacífico, atravesando las zonas selváticas poblados por pueblos nativos; muchos de estos pueblos apenas tienen contacto con el hombre blanco.
En Perú los Oblatos trabajan en el valle del río Napo, construyendo comunidades cristianas de base, y afrontan serios problemas relacionados con la minería y la explotación de las riquezas naturales.
Los Oblatos de Bolivia apoyan a los trabajadores de las minas de plata en la defensa de sus derechos. También están muy involucrados en la promoción de las culturas y tradiciones de los pueblos andinos.
Los Oblatos de Paraguay están consagrados al pueblo guaraní y a sus tradiciones con siglos de antigüedad.
Chile sufrió una experiencia traumática debido al “golpe de estado” que asesinó al presidente Allende y a cientos de inocentes cuando los militares trataban de poner en práctica políticas económicas y políticas en medio de una sangrienta dictadura. Muchos Oblatos fueron obligados a salir del país. Lo mismo sucedió en varios países de América Latina.
Por todo el continente los Oblatos contribuyeron a una comprensión evangélica de tradiciones devocionales propias de los años coloniales. Los Oblatos no olvidaron comprometerse en la aventura de mejorar las condiciones socio-económicas de los pobres a los que servían. En algunos países han construido escuelas profesionales que buscan mejorar la cualificación de los estudiantes en distintos oficios.
Los Oblatos comprenden que la Justicia, Paz e Integridad de la Creación son un ministerio pastoral que impregna todos los otros ministerios en los que están implicados. Una palabra usada para explicarlo es “transversal”; en otras palabras, el ministerio oblato fracasa si no toca las condiciones materiales bajo las que luchan los pobres y más abandonados. En grandes centros urbanos del continente, los Oblatos contribuyen a la liberación integral de las personas a la que son enviados. Intentan ayudar a los líderes de la comunidad a comprender que los temas de justicia y la paz son parte integral de la proclamación del Reino de Dios. Esto no siempre es fácil, porque la formación cristiana anterior era muy “espiritual”. La Fe y el compromiso social no siempre caminaban de la mano en el continente.
Los Oblatos han contribuido a establecer “Centros de Defensa de los Derechos Humanos” en el continente, como algo fundamental del ministerio misionero. S. Eugenio enseñaba a los Oblatos a predicar misiones parroquiales, buscando llevar a los oyentes a actuar primero como seres humanos, luego como cristianos y finalmente a hacerse santos. Esta ha sido la meta de los Oblatos en este continente en el que uno lucha por ser fiel al carisma de la Congregación Esto requiere revisión constante de los objetivos y estrategias para que los valores del Reino de Jesús echen raíces en la vida de las personas y de una sociedad en la que abundan las desigualdades sociales y económicas. A veces parece imposible de superar a pesar de los grandes esfuerzos y de las buenas intenciones.
Hay que mencionar que los Oblatos han hecho incontables esfuerzos por formar a jóvenes que quieren unirse a la Vida Oblata. Las casas de formación están siempre situadas en la periferia de grandes ciudades para que los jóvenes puedan conocer bien a la clase social para la que se preparan a servir como Misioneros Oblatos. Se enfrentan al desafío de transmitir con palabras sencillas lo que han aprendido para que la gente pueda acceder y comprender las riquezas del mensaje del Evangelio. Los Oblatos evalúan constantemente sus experiencias pastorales y se adaptan a las condiciones siempre cambiantes de los tiempos. No es tarea fácil.
El itinerario de los Oblatos en el continente de América Latina ha atravesado varias experiencias contradictorias y se ha topado con diversas ideologías atractivas. Estas han dado forma y han transformado la forma de ser y de actuar de los Oblatos. La condición de las personas empobrecidas ha sido vital en su desafío de ayudar y mejorar las condiciones de vida de los pobres. A la luz de las llamadas de los últimos Capítulos Generales, los Oblatos han enfatizado el papel de los laicos en el ministerio oblato en favor de la Justica, Paz e Integridad de la Creación.