Los Hermanos en el Este de Canadá

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La celebración del bicentenario de la familia oblata (1816-2016) nos ha dado la oportunidad de centrarnos en ciertos elementos que influyeron en el desarrollo de la Congregación en Canadá desde sus inicios en 1841. Ya la Regla de 1818 contenía cinco artículos que hablaban de los Hermanos como un hecho, ya que la mayoría de las congregaciones de la época albergaban tanto sacerdotes como miembros no ordenados. Tras la aprobación de las Constituciones por Roma en 1826, los Hermanos eran parte de la Congregación hasta el punto que el Fundador los situaba, en la medida de lo posible, en todas las casas de Francia, para luego enviarlos también a todos los equipos misioneros en el extranjero: Canadá en 1841; Oregón y Sri Lanka en 1847; Argelia y Texas en 1849; Natal en 1851 y la Columbia Británica en 1859.

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En nuestra casa de Richelieu, el pasado 19 de Marzo, fiesta de S. José, Patrón de nuestros Hermanos, la Provincia de Notre-Dame-Du-Cap rindió un homenaje a la memoria de los 1.181 Hermanos que, desde 1843, han profesado sus votos aquí: 47 aún viven y 328 murieron en sus provincias de origen. El P. Luc TARDIF, Provincial, presidió la eucaristía con cerca de 40 Hermanos presentes. Queríamos celebrar de esta forma la excepcional contribución de nuestros Hermanos al ministerio de la Provincia y de la Congregación. Por la tarde, durante un encuentro de comunidad, los participantes recordaron un buen número de nombres de Hermanos ya fallecidos. Algunos de ellos habían trabajado fuera de la Provincia: 14 en Roma, en la Casa General, y 4 en la Procura de París; en África, 14 en Lesoto y 7 en Camerún; en América Latina, 7 en Chile, 9 en Bolivia y algunos más en Haití; en Canadá, 21 en Bay James y varios en el Oeste o en el Gran Norte. Fue un día alegre y muy movido, incluso histórico, probablemente algo que nunca se repetirá.

566-richelieu-2Los archivos provinciales contienen la necrología de cada Hermano que falleció aquí. El Hermano Alphonse NADEAU fue el autor de 112 de ellas. Hablan extensamente sobre la vida de oración y el trabajo de los Hermanos. Sus vidas podrían resumirse con una palabra: consistencia, ya sea su presencia en la oración y en los encuentros comunitarios, ya sea su servicio. Amaban la Congregación, la Iglesia, la Bienaventurada Virgen María. Y a ese amor se añade una letanía de virtudes que les caracteriza: hospitalidad, devoción, piedad, gozo, generosidad, celo, etc.

El trabajo que desempeñaron fue muy diverso. La mayor parte de ellos fueron sacristanes, porteros, secretarios, mensajeros, constructores, impresores, enfermeros, sastres, jardineros o granjeros, pero también encontraron oficios y comercios que requerían de un estudio más profundo y de diplomas, como soldadores, fontaneros, mecánicos, conductores, contables. Aún más raro, hubo capitanes de barco y ¡hasta un piloto de avión! Algunos Hermanos han dejado una memoria que raya en lo legendario, como el sacristán de San Salvador, en la ciudad de Quebec y Maniwaki durante sesenta años; o el portero de la Universidad Seminario de Ottawa durante cuarenta y seis años; ¡otro cuya habilidad y talento rayaba la genialidad!

Un autor escribe: “Debe admitirse que no son la voz que predica, la pluma que escribe, la mano que absuelve; en nuestras comunidades, los Hermanos a menudo son el corazón que no es visto pero que podemos advertir por sus latidos…” Muchos hermanos fueron apóstoles en contacto con la gente, consejeros y consoladores. Mons. Adelard LANGEVIN, OMI, alababa a los Hermanos a los que, decía, se aplica la palabra de la Iglesia en el discurso de S. José: “hombres fieles y prudentes, dignos de confianza… complementos necesarios y valiosos para nuestras comunidades por la nobleza de una dedicación sin reserva, por la rectitud de una vida consagrada a Dios, dividida entre oración y trabajo.” “La Congregación no está completa si le faltan los hermanos…”, escribía el Padre JETTÉ. “Son una gran riqueza para la Congregación y para la Iglesia…”

Al mirar más de cerca los obituarios, vemos que varios Hermanos son dignos de ser considerados auténticos santos. San Eugenio dijo de algunos de ellos que si hubieran sido miembros de alguna antigua Orden, ya habrían sido canonizados. Entre los Oblatos, el Venerable Hermano Antonio KOWALCZYK ya ha iniciado el proceso para ser considerado como tal. (Richelieu, P. Yvon BEAUDOIN)

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  1. The Brothers in Eastern Canada – OMIUSA

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