Otras formas de encontrarse con la juventud en la Iglesia de hoy
Publicado originalmente en OMIWORLD.ORG
Haga clic aquí para leer en ingles
El P. Ali C. NNAEMEKA es un oblato nigeriano ejerciendo el ministerio en Canadá desde 2014.
Tras mi llegada a Canadá me tomé un año para mi inmersión misionera en la Iglesia local de Quebec. La primera tarea de mi comunidad es la de ejercer el ministerio entre el pueblo Innu, una de las Primeras Naciones de Quebec.
Tras mi año de iniciación pastoral comencé mis compromisos pastorales poco después de las últimas navidades, Con la reciente llegada del P. Alfredo RAVELOMAMPISANDRAIBE de Madagascar, nuestro equipo misionero se compone de cuatro sacerdotes a cargo de siete de las nueve comunidades Innu de Quebec.
Actualmente estoy a cargo de dos de esas comunidades, a saber, Schefferville (Metimekosh) y Ekuanitshit (Mingan). A pesar de estar aquí sólo unos meses ya encuentro muy interesante esta misión. Nuestras comunidades, al igual que toda comunidad cristiana de Quebec, se compone de mayores. Así que es casi un lujo tener jóvenes asistiendo a las actividades eclesiales.
Sin embargo, he descubierto una nueva forma de llegar a los jóvenes. Hallé que el dicho “si la montaña no va a Mahoma, Mahoma ha de ir a la montaña” tiene que aplicarse en esta su situación. Viniendo de una nación donde el fútbol es el deporte nacional, hice algunos ajustes en mis opciones deportivas, en un país donde el deporte nacional es el “hockey”.
Así pues, por medio de actividades deportivas comencé a ganarme la confianza de los jóvenes. Y parece dar frutos, según todos los indicios. Sorprendentemente, durante las celebraciones pascuales los jóvenes de Mingan me mostraron su aprecio. Durante las celebraciones de Jueves Santo y Viernes Santo los jóvenes de nuestra iglesia nos ayudaron enormemente. Dadas ciertas actividades culturales de la región, muchos de los miembros de nuestras comunidades cristianas estaban de viaje. Así pues, en ausencia de los mayores, la presencia de los jóvenes no sólo fue reconfortante, sino también providencial, pues nos ayudaron en muchos de los servicios, algo a lo ya no estábamos acostumbrados. Mientras uno de ellos hacía la primera lectura de Jueves Santo, otros dos grupos servían al altar, tanto el Jueves Santo como el Viernes Santo.
La tarde de Viernes Santo vimos una película (“De dioses y hombres”). Durante la proyección de la película, a excepción de un sólo anciano, todos los demás eran jóvenes. Al final de las celebraciones pascuales comprendí que si hemos de llegar a los jóvenes en la Iglesia de hoy, no podemos pasar por alto los púlpitos no habituales (Ali C. Nnaemeka).