200 Años – El momento de decir “Gracias” a Dios

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P. Gilberto Piñón Gaytán, omi, Asistente General

Todos nosotros hemos aprendido de pequeños a decir “¡Gracias!” cuando alguien nos daba algo. Durante este año 2016 los oblatos tendremos también la oportunidad de decir “Gracias, Señor, por tantos dones como hemos recibido durante los pasados 200 años, desde nuestra fundación.” Deberíamos dar gracias a Dios no sólo como Congregación, sino también cada unidad oblata individualmente. Cada unidad tiene, gracias al Señor, su propia historia oblata que contemplar y que admirar, que analizar y en la que reconocer “el paso del Señor” en nuestras vidas.

Invito a cada uno de nosotros a reflexionar, meditar e incluso discutir los siguientes pasos de nuestro propio proceso fundacional y vocacional:

1. La Experiencia de Dios y el don del Carisma Oblato

Nuestro Fundador fue bendecido en un Viernes Santo con la experiencia del amor de Dios. Experimentó a la persona de Jesús Salvador. Esta experiencia llevó a Eugenio a oír su llamada a dejarlo todo y seguir a Jesús. Es esta experiencia la que nos llevado a cada uno de nosotros a entrar en los Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Los dones humanos y espirituales que hemos recibido nos han conducido a identificarnos con el Carisma Oblato de San Eugenio. Esta experiencia de Dios y del Carisma Oblato no sólo fue esencial en el momento de la Fundación de nuestra Congregación, también se encuentra en el origen de nuestra propia vocación.

Pienso que pasar un tiempo en la meditación del Prefacio de nuestras Constituciones y Reglas podría ayudarnos a renovarnos en nuestra decisión original de dejarlo todo y seguir a Cristo de una manera radical y profética. Nuestro Superior General, el P. Louis Lougen, ha insistido en este punto en numerosas ocasiones, en sus conferencias a los Oblatos por todo el mundo. En el Prefacio podemos encontrar las verdaderas motivaciones que guiaron al Padre Eugenio en la fundación de los Oblatos, y son estas mismas motivaciones las que nos han guiado a lo largo de los últimos 200 años.

2. La Fundación con el don de fieles seguidores

El Señor nos ha bendecido con vocaciones a lo largo de los 200 años de existencia. Cada generación de Oblatos ha contribuido a la comprensión que tenemos de nuestro Carisma y a nuestra actividad misionera dentro de la Iglesia. Gracias al testimonio fiel de las generaciones previas de oblatos tenemos hoy un lugar en la Iglesia y podemos decir con orgullo que formamos parte de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada.

La canonización de nuestro Fundador en 1995 fue de gran ayuda para darnos cuenta de que nuestro nombre es en verdad un “pasaporte para el Cielo” como le gustaba decir a S. Eugenio.

3. Establecimiento y expansión para garantizar la continuación

En el curso de estos 200 años hemos adaptado muchas cosas según las necesidades de los tiempos. Cada Capítulo General ha sido una ocasión para evaluar y planificar nuestra actividad misionera en función de las necesidades del mundo. Se ha cuidado de manera especial la adaptación de nuestras Constituciones y Reglas, ya que están en la raíz y en el corazón de nuestro carisma oblato, y se nutren de los valores que movieron a nuestro Fundador a reunir a un grupo de hombres que, con el tiempo, pasaría a llamarse Misioneros de María Inmaculada. Precisamente porque estas Constituciones y Reglas son tan fundamentales, deben ser reflejadas y asimiladas por cada generación de oblatos al evaluar nuestra vida y misión.

Las Constituciones y Reglas son un criterio esencial de nuestra tradición desde el mismo comienzo. Han evolucionado a lo largo de los años y han sido revisadas en las actas de uno y otro Capítulo General guiándonos, como si de valores oblatos se trataran, en nuestra vida y misión. Desde aquel humilde comienzo, en aquella sala del piso superior de la casa de Aix-en-Provence en que fuimos fundados, estamos ahora presentes en 68 países. Como nuestro Fundador que “lo intentó todo para dilatar el Reino de Cristo”, así también nosotros debemos ahora identificar a los pobres de hoy.

Las dos opciones que tenemos hoy son las de renovarnos y sobrevivir o seguir congelados y perecer. Todo organismo que no se renueva está llamado a perecer. No tiene sentido existir en la Iglesia si no somos fieles a nuestro Carisma Oblato. Cristo nos ha prometido que a los pobres siempre les tendremos con nosotros, pero la pregunta es: ¿Contaremos con oblatos buenos y fieles que se ocupen de los pobres?

4. Las Cinco Llamadas a la Conversión del Capítulo General de 2010

Como es frecuente, el último Capítulo General de 2010 nos llama a la conversión para que seamos eficientes en nuestra misión como colaboradores en la construcción del Reino de Dios en el mundo. La llamada fue hecha hace ya 5 años y sigue hoy vigente en la voz del Papa actual. En Evangelii Gaudium el Santo Padre nos dice que tanto la Iglesia como la sociedad necesitan de la conversión. Tanto nosotros como el mundo necesitamos “ser sanados”.

5. Sugerencias de los Superiores Mayores

Hace tres años, en la preparación para la Inter-capitular de Bangkok, el Superior General invitó a todos los Superiores Mayores a señalar algunos signos prácticos de conversión. A continuación apunto algunos de las sugerencias de los distintos superiores provinciales y de delegación. La pregunta es: ¿Nos atreveríamos a escoger alguno de estos signos concretos como expresión de nuestra conversión común?

· Iniciar un proceso de discernimiento en la Unidad para determinar:

§ ¿Qué ministerios oblatos deberían mantenerse y qué nuevos ministerios deberíamos iniciar?

§ ¿Qué Provincias deberían pasar a ser Delegaciones? ¿Qué Delegaciones deberían pasar a ser Misiones?

· Verificar qué podríamos hacer por los nuevos pobres, jóvenes, inmigrantes, refugiados, ancianos, mujeres discriminadas, prisioneros, minorías culturales, pueblos indígenas, grupos con VIH.

· Identificar y promover el carisma oblato entre los laicos y establecer un proyecto de colaboración misionera con Laicos Oblatos Asociados desde la base del Carisma Oblato.

· Iniciar una nueva misión “ad extra” o dentro de la Unidad Oblata, con los “nuevos pobres”.

· Crear “comunidades piloto” que subrayen nuestro testimonio oblato de vida consagrada en comunidad apostólica con los pobres.

· Que cada Región asuma en común un proyecto de fundar una nueva misión internacional e intercultural.

· Construir comunidades parroquiales-cristianas-misioneras que sean más que simples oficinas de administración parroquial.

· Implicarse en justicia social, en eco-justicia y paz & reconciliación mediante el ministerio de la no-violencia.

· Diálogo con grupos de otra fe que existan fuera aunque cerca de nuestra comunidad oblata.

· Enviar una carta al Santo Padre para renovar nuestra intención de servir a la Iglesia y nuestra disposición a aceptar una nueva misión allí donde la necesidad de los pobres sea más urgente.

A la luz de Evangelii Gaudium y Laudato si’ se nos invita a preparar un Nuevo Proyecto misionero entre los pobres teniendo en cuenta la sostenibilidad Ecológica y Económica.

Tenemos ante nosotros una gran tarea. Seamos conscientes de que no estamos solos. ¡El Señor camina con nosotros! Demos gracias al Señor con unas palabras que inspiró la vida del Beato Mons. Oscar Romero:

“De vez en cuando, dar un paso atrás nos ayuda a tomar una perspectiva mejor. El Reino no sólo está más allá de nuestros esfuerzos, sino incluso más allá de nuestra visión. Durante nuestra vida, sólo realizamos una minúscula parte de esa magnífica empresa que es la obra de Dios. Nada de lo que hacemos está acabado, lo que significa que el Reino está siempre ante nosotros.
…Plantamos semillas que un día crecerán; regamos semillas ya plantadas, sabiendo que son promesa de futuro. Sentamos bases que necesitarán un mayor desarrollo. Los efectos de la levadura que proporcionamos van más allá de nuestras posibilidades. No podemos hacerlo todo y, al darnos cuenta de ello, sentimos una cierta liberación…

Puede que sea incompleto, pero es un principio, un paso en el camino, una ocasión para que entre la gracia del Señor y haga el resto. Es posible que no veamos nunca los resultados finales, pero ésa es la diferencia entre el jefe de obras y elalbañil.

Somos albañiles, no jefes de obra, ministros, no el Mesías. Somos profetas de un futuro que no es nuestro.”

Y para concluir nuestra acción de gracias recordemos a nuestro Fundador, San Eugenio: “Que los hermanos Oblatos se impregnen todos del espíritu de familia que debe existir entre nosotros. […] Siempre se lo he agradecido a Dios como un don particular que ha querido concederme; porque El me dio este temple de corazón, esta fusión de amor que me es propia […] con el amor de Dios a los hombres. […] Vaya esto, para ayudarnos mutuamente a gustar mejor el encanto de nuestra vocación, y que todo vaya a parar a Dios para su mayor gloria. Es el deseo más ardiente de mi corazón.” Carta al Padre Mouchette, moderador de escolásticos, 2 de Diciembre de 1854. (Yenveux V, 209) Selección de Textos, 299, pág. 205-206

 

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