Padre Salvador Gonzalez, OMI: Tiempo de Adviento
Originalmente publicado en el Mensajero para los lectores de lengua español e inglés en la diócesis de Belleville. Haga clic aquí para leer en ingles
El próximo 20 de Noviembre, Vamos a comenzar un nuevo año litúrgico. Entramos en él con el tiempo de Adviento, que nos trae la alegría de sentir que somos amados y salvados por Dios.
La palabra Adviento quiere decir “presencia” o “llegada”; se refiere a la presencia comenzada de Dios mismo en medio de nosotros.
Esto implica que Dios, aunque de manera oculta, está en medio de nosotros y que su presencia aún no es total, sino que está en proceso de revelación. Es por medio de nosotros, de nuestra fe y de nuestro amor, como él quiere hacer brillar su luz.
La invitación es entonces a ponernos en pie, a despertar del sueño, pues la noche va pasando y se acerca el día; la salvación está ahora más cerca de nosotros (cf Rm 13,11). Este es un tiempo de reflexión y de esperanza que prepara nuestro corazón para que Cristo nazca en él. Nos guiara la Palabra de Dios que clama con la voz de Isaías: “Preparen el camino del Señor” (Is 40,3); y a ella respondemos con la súplica ardiente del Espíritu que ora en nosotros: “Ven, Señor Jesús” (Ap 22,20 ).
En la persona de María, “la hija de Sión y alegría de Israel”, la “dichosa porque ha creído lo que le fue anunciado”, el tiempo alcanza su plenitud y nos llega el Salvador.
Es ella quien nos enseña a realizar nuestro encuentro con el Señor, a estar disponibles para la obra de Dios y a caminar con esperanza hacia la tierra nueva y el cielo nuevo en los que habita la justicia (2 Pe 3,13). Esto debe tener implicaciones concretas en el servicio al Iglesia, en la ayuda generosa a los pobres, en la pasión por llevar a todos la alegría del Evangelio. En otras palabras, a ser misioneros del adviento!
El camino hacia la Navidad que la Iglesia nos propone en este tiempo de Adviento contiene una extraordinaria riqueza de luz, de energía y de renovación espiritual, de la cual tenemos una gran necesidad para no permanecer en las tinieblas. Propongámonos aprovechar este don en nuestros hogares, en nuestras pequeñas comunidades y en nuestras parroquias, sin que nos domine el ambiente secular que en estos días quieren imponer la sociedad de consumo y la superficialidad que sólo busca diversiones vacías.
El encuentro con Cristo es lo único que puede renovar el mundo y sanar todos nuestros desequilibrios.
Acojamos la gracia del Adviento, para descubrir el sentido de nuestra dignidad humana y cristiana, para hacerle limpieza a nuestra conciencia y para asumir una vida coherente con el maravilloso proyecto que somos y con la importante misión que se nos ha confiado.